domingo, 15 de agosto de 2010

Empieza el espectáculo

Se puede decir que ayer comenzó el espectáculo. La premier ha echado a andar. Empiezan los partidos de verdad y no las pachangas que estamos viendo protagonizadas por la selección, el Madrid o el Barça, con partidos absurdos y mal programados por los equipos, en el caso de Madrid y Barça con sus respectivas giras, ó por la federación, partido de la selección y Supercopa, en los que prima más el ansia recaudatoria que una correcta planificación deportiva. Hasta Mourinho se ha quejado por el pseudo partido contra el Bayern homenaje a Beckenbauer, del que además ha obtenido como resultado la lesión para dos meses de Garay.
Con la Supercopa fácilmente remontable para el Barça en el partido de vuelta, el interés de hoy era el partidazo en Anfield entre Liverpool y Arsenal. No ha defraudado. Un buen Arsenal en la primera parte no supo sentenciar a un Liverpool encogido que además sufrió la expulsión de Joe Cole en el minuto 45.
Se las prometía muy felices Wenger con toda la segunda parte con uno más, pero el fútbol es muy grande, y Anfield también. El Liverpool salió como si fueran ellos los que tuvieran superioridad numérica y hasta consiguió adelantarse en el marcador, con un golazo de Ngog. La única forma que tuvo el Arsenal de empatar fue por un error garrafal de nuestro campeón del mundo, Pepe Reina, que se metió un autogol cuando el partido estaba ya muriendo.
Creo que el error de Pepe Reina es tan sólo la punta del iceberg de lo que será durante esta temporada el nivel de nuestros mundialistas. Un mundial tan intenso, tantas emociones vividas, unas cortas vacaciones y una temporada tan larga traerá como consecuencia secuelas físicas y psíquicas. Es imposible mantener ese nivel de competición durante prácticamente once meses, los cuerpos tienen un limite y precisamente son los mundialistas los que más partidos juegan. Veremos si el equipo que más campeones del mundo aporta, el Barça, no acusa sobremanera este tema. Será temporada para tener buenos banquillos, quizá ellos marquen las diferencias.

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