Conocí a Netrebko viendo en televisión una peculiar pero maravillosa versión de La Traviata. Empecé a verla por oír el famoso brindis y acabé viendola entera, llegando a la conclusión de que el brindis no es precisamente lo más bonito de esta ópera, ni mucho menos.
Aquí la tenéis junto a Rolando Villazón (otro monstruo, ganador de Operalia en 1999, un concurso organizado por Plácido Domingo) en un trocito realmente maravilloso, aunque dure más de siete minutos escuchadlo entero, es una pasada.
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